La política y las artes



El partido liberal austríaco, nacido como oposición a la monarquía absoluta y al derecho divino de gobernar, prenocizaba la libertad del individuo y su responsabilidad individual: el hombre - animal racional - se erguía como dueño de sus propios destinos ya sea por la ciencia - dominando la naturaleza - que por la moral - autor y protagonista de su propia vida. El mejor ejemplo plástico de esta ideología quizá sea la tela DER WANDERER (ver entrada) de Egon Schiele.
Si en 1960 el Imperio adquirió una monarquía constitucional fue gracias al empuje que los liberales quienes, sin embargo, con los años fueron perdiendo fuerza ante la oleada de nuevos partidos que reclamaban su participación en los destinos del Reich: los socialistas, los pangermanistas, los cristianos-socialistas, los antisemitas y los nacionalistas eslavos que pujaban por desgajarse del Imperio y adquirir su independencia.
La corte, fiel a sus principios de cohesión de un Imperio compuesto por naciones, razas y religiones diferentes, estaba especialmente contra la subida de algunos partidos como los pangermanistas y antisemitas quienes, fieles a la doctrina de Bismarck, anhelaban una adhesión al Reich alemán. Lo habían logrado con Baviera, porqué no con Austria? En el seno de la misma familia imperial había diensiones como el de la archiduquesa Maria Valeria y su marido el archiduque Francisco Salvador de Austria-Toscana: "antes que austríacos, somos alemanes" solían decir.
Con la muerte, supuestamente por suicidio, del Kromprinz Rodolfo en Mayerling en enero de 1889, la situación en la corte vino a agravarse. Feroz antigermanista, el archiduque Rodolfo era el único hijo varón del emperador Francisco José por lo que la sucesión de la corona recaía ahora en la descendencia del archiduque Carlos Víctor, hermano del emperador, que tenía dos hijos varones: Francisco Fernando y Otto.



Nacido en Graz el 18 de diciembre de 1863, hijo del archiduque Carlos Victor de Austria y de la princesa Maria Annunziata de Borbón-Dos Sicilias, Francisco Fernando era de una personalidad compleja. Opuesto a una monarquía exclusivamente bicéfala (Austria y Hungría) y partidario de los eslavos, no escondía a nadie que a su subida al trono convertiría al imperio en una monarquía tricefala.
En lo personal era un hombre profundamente conservador que, sin embargo, optó por vivir según sus sentimientos y no según sus deberes (por más obsoletos que estos fueran), imponiendo su matrimonio con la condesa Sofia Choteck de Chotkowa y Wognin, de la más alta nobleza bohema, pero que carecía de la "igualdad de nacimiento" para contraer matrimonio con un Archiduque de la Casa de Austria.




De todos eran conocidas las malas relaciones del emperador y Francisco Fernando, dos militares que diferían sobre el futuro del Imperio. Irónicamente fueron los elavos del sur con sus afanes independentistas que asesinaron al heredero del trono.
Si la Bosnia-Herzegovina había sido hasta el Congreso de Berlín parte del Imperio Otomano, a partir de esta fecha pasó a ser un protectorado del Imperio de Austria-Hungría (que se hecho se la anexaría en 1908). Francisco Fernando fue asesinado el 28de junio de 1914 no sólo por ser símbolo del Reich y futuro soberano, sino estando a favor de la participación de los eslavos en el gobierno del Imperio, se oponía a la independencia de Bosnia-Herzegovina.
En el plan puramente cultural, Francisco Fernando era simplemente un soldado. Negado para las artes como todos los Habsburgo, el Archiduque Heredero no vivía sino para su familia y el cuartel. El liberalismo había perdido terreno en el plan político y las masas - consideradas enemigas de la cultura - se habían hecho del poder bajo de bandera de uno de los tantos partidos políticos que se disputaban el poder real. La aristocracia se había militarizado, pero en cambio la burguesía se concientizaba.
El dinero era braceado por una nueva clase social que se preocupaba tanto por la moral pública (era victoriana) como por las artes a las que protegía. Si la cultura fue considerada un ámbito aristocrático no fue tanto por el mecenazgo de los grandes nombres históricos del Imperio, sino porque la alta burguesía a veces alcanzaba entrar a la nobleza y protegía las nuevas artes que se expresaban , como ella misma, de manera sensual, colorida, lejos del puritanismo judío o del legalismo burgués.
Austria era católica, lejos de la cultura alemana profundamente moralizadora, filosófica y científica; el arte austríaco se convertía en una expresión estética, lejos de la ley y de la razón, y las primeras muestras las daba en la arquitectura, en el teatro y la música.
Llegamos, pues, a la época de la secesión y en ella a dos bandos de la sociedad austríaca que sin oponerse abiertamente, convivían de manera inestable y desconfiada. Por un lado la mentalidad burguesa de la moral y el derecho, por el otro la cultura aristocrática de la estética sensual y el placer.





Quizã nadie mejor que Maurice RAVEL (1875-1937) expresaría en su poema coreográfico para orqueta LA VALSE (compuesto entre 1919 y 1920) el drama íntimo de la caída del Imperio Austrohúngaro. El ritmo elegante, despreocupado, alegre del vals vienés se convierte conforme se avanza en el pentagrama, en una melodía y una danza macabra y cahótica. Ravel compuso LA VALSE , que dedicó a la extraordinaria Misia Sert, en un momento en que el águila bicéfala caía herida de muerte y el Imperio se hundía para siempre en los libros de la Historia.